“Lo que nos diferencia de otras especies (o, al menos, eso es lo que sabemos hasta ahora) es cómo usamos nuestra inteligencia en relación a la conciencia. El órgano mayor de aprendizaje es el cerebro.”
Recomendación previa, leer:
Hemos ido recorriendo algunas de las claves fundamentales sobre cómo se produce el aprendizaje y la importancia de las redes hebbianas. Para que se produzca realmente un aprendizaje y no un entendimiento, hay que establecer una variable en las conexiones sinápticas, en relación con el pensamiento, la teoría o la práctica del aprendizaje. De esta manera, es como la red hebbiana, que es nuestro soporte natural para el aprendizaje, construye las memorias y las modifica, elimina, subraya o cambia ya sea consciente o inconscientemente.
Para crear una nueva red hebbiana, tenemos que usar material que no se esté usando. Es como una especie de asignación que el cerebro nos hace. Este hecho, que se conoce como robo hebbiano, es el que realiza una constante distribución de nuestras neuronas con la finalidad de poder ser flexibles a todo lo que pasa en nuestro entorno de aprendizaje. Por lo tanto, una red hebbiana se va modificando a lo largo de la vida, una neurona puede cambiar de hábitat.
Para que se remodele una red hebbiana, tiene que ser un hecho que afecte a nuestra supervivencia, preferiblemente que implique cuerpo, cerebro y mente. Así, si lo trasladamos al entorno del aprendizaje del aula podemos ver que existen diferentes tipos de aprendizaje en función de las redes hebbianas que estamos utilizando.
Es un aprendizaje rápidamente grabado ya que, cuando se produjo impacto en el sujeto, estas experiencias son difíciles de olvidar y fácilmente llamadas a la memoria. No tienen mucho gasto energético, no requieren ningún esfuerzo, son automáticas y altamente emocionales.
Encontraremos que el alumno ha grabado todas las memorias que asocia con la supervivencia, o con aquello que pueda condicionar su prosupervivencia o su contrasupervivencia.
Puede ser que haya dos carpetas. En una está grabado todo lo que me ha gustado y, por tanto, lo guardo para que, la próxima vez que lo vea, lo sepa distinguir, o puede que también lo estemos grabando en la carpeta de peligro y, cada vez que lo vea, huiré o lo evitaré.
Las conexiones, como hemos visto, son inestables y tienden a reforzarse, a desaparecer o a consolidarse. Esta es una de las bases de la neuroplasticidad en el aprendizaje.
Es todo aquel aprendizaje de lenta adquisición, fácil de olvidar y, por tanto, difícil de grabar ya que implica el consumo de gran cantidad de energía. Requiere un esfuerzo deliberado, consciente, atento y sostenido. Son las cosas más difíciles, que requieren repetir constantemente.
Pueden ser funciones emocionales o intelectuales. Para que este aprendizaje se grabe, necesitamos de un contenedor ordenado, con vínculos seguros, elementos conocidos, donde exista un elemento de seguridad con el docente y donde haya un gran balance entre los neurotransmisores: dopamina, noradrenalina y serotonina. También incluimos en este aprendizaje, aquellos que favorecen la integridad y la creatividad.
Si estamos interesados en favorecer este aprendizaje en los alumnos, no debemos olvidar que recordaremos con más facilidad si tiene que ver con nuestra supervivencia; si está armonizado con nuestros valores, habilidades o competencias; si capta nuestra atención, intención o motivación; y si está vinculado o conectado con aprendizajes anteriores, lo comprendemos bien y lo hemos practicado previamente.
Acercándonos al cerebro, podemos obtener claves imprescindibles para conocer nuestra evolución. Quizá porque en nuestro cerebro hay respuestas que nos hacen conocer lo que hemos sido y seremos en los próximos años. Nuestro cerebro guarda un mapa de la evolución de las especies.
En nuestro cerebro reside la memoria, los afectos, las percepciones, los sentimientos, las inteligencias y la consciencia.
Lo que nos diferencia de otras especies (o, al menos, eso es lo que sabemos hasta ahora) es cómo usamos nuestra inteligencia en relación a la conciencia. El órgano mayor de aprendizaje es el cerebro.
Nos estamos acercando cada vez más al paradigma de la neurociencia y lo que esta tiene que ofrecer como claves para el aprendizaje. Creemos que es importante subrayar el hecho de que las evaluaciones deben de modificarse atendiendo a lo que hoy sabemos del cerebro. Como las neuronas se asocian, destruyen o se unen en función del valor que le damos a un aprendizaje. El concepto neurocientífico de “aprender de verdad”.
La idea es que, cada vez que el cerebro aprende, está conectando neuronas entre sí y, a partir de lo aprendido, graba memorias y recuerda. Esto es la Teoría de Hebb, que da lugar a los circuitos hebbianos.
La neurociencia se vincula a la educación, la neuroeducación en tres conceptos: el contenedor resonante, los recursos de aprendizajes basados en las inteligencias múltiples y el liderazgo situacional en el aula.
La neuroeducación es la ciencia que aplica la neurociencia, pedagogía y psicología a todo proceso educativo.
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