Las tendencias y cambios observados en los últimos años en el entorno económico ponen de manifiesto la necesidad de llevar a cabo una profunda reestructuración en la manera de entender y orientar la fabricación ágil.
En este sentido, resulta necesario el abandono de falsos mitos y suposiciones tradicionales que llevan a considerar al área de producción como un sistema cerrado y optimizable, sin relación estratégica con el resto de funciones, donde la eficiencia es su variable clave y la reducción de costes su manifestación operativa.
Por ello, las empresas industriales deben abandonar la idea de gestionar la actividad productiva como un sistema aislado, pasando a gestionar el área de producción como un sistema abierto, en constante interacción con el resto de funciones de la empresa y el entorno en el que ésta opera.
Esta integración precisa, principalmente, la realización de cambios de naturaleza organizativa que modifiquen la estructura de relaciones vigentes entre la función de producción y su entorno.
Hoy en día, el éxito o la supervivencia competitiva se deriva en gran medida de la capacidad de adaptación a las condiciones cambiantes del mercado. En este sentido, la fabricación ágil supone una ruptura total con el modelo de producción en masa y representa una nueva forma de competencia industrial a escala global para el siglo XXI que se identifica con la aplicación de nuevas prácticas operativas y de gestión cuyo principal fin es hacer frente a los desafíos de un nuevo entorno competitivo más dinámico y hostil.
Se trata, pues, de un nuevo modelo de producción que incorpora las prácticas y principios ya conocidos de la producción ajustada e integra, asimismo, el rango completo de tecnologías de producción flexible, permitiendo a la organización responder de forma dinámica a los requerimientos altamente complejos y cambiantes de los consumidores. No obstante, la fabricación ágil debe ser considerada como algo más que un constructo híbrido de tecnología y cualquier método de producción previo. Es un planteamiento hacia la cooperación inter-empresarial y el desarrollo de habilidades creativas por parte de la dirección y la fuerza de trabajo, que utiliza las nuevas tecnologías de producción flexible y la competencia personal de los trabajadores para generar una organización altamente adaptada, competitiva e innovadora. De esta forma, la fabricación ágil se logra a través de la integración de tres recursos -tecnología, gestión y fuerza de trabajo- en un sistema coordinado, interdependiente y reconfigurable (Goldman et al., 1995).
Así, la fabricación ágil se ha vinculado con la capacidad para sobrevivir y prosperar en un entorno competitivo que cambia de forma continua e impredecible.
Las empresas que persigan la agilidad en fabricación deben conceder igual importancia a las políticas estructurales e infraestructurales, ya que a través de su correcta integración se logra la generación de capacidades vinculadas a la fabricación ágil que pueden ser la base para alcanzar una ventaja competitiva.
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