Hoy en día, no hay mayor desafío que abordar nuestras diferencias. Este desafío se plantea tanto en pequeña escala, como pude ser una familia y a gran escala, como puede ser una empresa. Entre todos los factores que pueden influir en el éxito de las relaciones, el más crítico es la habilidad de las personas para resolver los conflictos de modo cooperativo.
En total consonancia con William Ury1, autor del libro: Alcanzar la Paz, hay diez caminos para resolver conflictos: “el conflicto es una parte natural de la vida. Genera cambio. En la forma de competencia comercial, contribuye a generar prosperidad. Está en el corazón del proceso democrático. Las mejores decisiones no resultan de un consenso superficial, sino de sacar a la luz los diferentes puntos de vista y buscar soluciones creativas. Además, son pocas las injusticias que se abordan si no media un conflicto serio. Por lo tanto, nuestro desafío no consiste en eliminar el conflicto, sino en transformarlo. Consiste en cambiar el modo en que manejamos nuestras diferencias más graves, en reemplazar la pelea, la violencia y la guerra por procesos más constructivos, como la negociación, la democracia y la acción no-violenta”.
Situándonos en las organizaciones, éstas enfrentan con mayor frecuencia conflictos debido en parte al crecimiento de la interdependencia. Actualmente, la globalización ha generado una sociedad intensamente interconectada e interdependiente donde, cada individuo para realizar su tarea, depende de decenas de personas y organizaciones sobre las que, en ocasiones, no tienen ningún control directo.
En el ámbito empresarial, el trabajo se realiza en equipos, los negocios, dentro y fuera de sus fronteras, establecen alianzas y sociedades de riesgo, las posibilidades de crecimiento se perfilan por medio de fusiones y adquisiciones. Estas formas de organización exigen negociaciones continuas, de igual manera, cuando cambia el ambiente sobre el que opera la empresa, se llevan a cabo renegociaciones.
La negociación se ha convertido en un aspecto neurálgico para las organizaciones. Vale la pena apuntar, que la respuesta a las tendencias relacionales bajo este contexto, vienen de la mano de la negociación cooperativa.
El conflicto es un estado de desacuerdo entre dos o más partes, todas interdependientes, sobre hechos, métodos, objetivos, valores, espacio o tiempo, cuyas causas pueden ser conscientes o inconscientes para ambas partes.
En cuanto a los hechos, aparece el conflicto cuando ante un mismo hecho dos personas perciben cosas diferentes. Para manejar este tipo de conflicto es necesario apartarse de la presunción de que cada persona percibe, interpreta y reacciona a la realidad de una misma manera.
Los juicios y percepciones de lo exterior, al estar influenciados por nuestra subjetividad, pueden ser discrepantes, e incluso, opuestos entre una persona u otra. En cualquier conflicto o trabajo en grupo las realidades subjetivas de los involucrados son completamente válidas.
En cuanto a los métodos, cada persona propone diferentes formas de abordar y resolver problemas. Es importante reconocer que no todos los conflictos percibidos son reales, también es verdad que algunas situaciones que se pueden entender como conflictivas, no lo sean por que los miembros involucrados no lo vean así. Entonces para que un conflicto exista debe ser percibido, aunque para las partes involucradas sean desconocidas las causas.
Vamos a reconocer las etapas por las que atraviesa un conflicto para diagnosticar una situación y hacerle frente con las estrategias más adecuadas.
La frustración generada en la primera etapa, motivan la manifestación del conflicto, cuando una de las partes afectadas lo perciben. Una o más partes deben tener consciencia de la existencia de las condiciones conflictivas, aunque no necesariamente esto signifique que sea personalizado.
El conflicto pasa a la tercera etapa cuando una de las partes se empeña en realizar acciones con la intención de frustrar los intentos de la contraparte para lograr sus objetivos. Estas acciones tienen un carácter intencionado, es un acto consciente realizado para afectar al otro. En este punto el conflicto de hace manifiesto y ya surgen acciones para manejarlo.
Antes hablamos de que los conflictos pueden ser funcionales, cuando tienen resultados positivos. Sin embargo, algunos provocaran graves daños a los miembros y al propio equipo, estos son resultados disfuncionales. En análisis de los resultados permite determinar el nivel apropiado de éstos en la organización, y es útil para saber si los métodos empleados para solucionarlo son eficientes.
De acuerdo con Ting-Tomey (2001) el conflicto intercultural es: “La incompatibilidad percibida o real de valores, expectativas, procesos y resultados entre dos o más partes provenientes de cultural diferentes, acerca de temas sustantivos. Los factores detonantes de esta clase de conflicto se encuentran en el etnocentrismo, estereotipos y en los malos entendidos en la comunicación”.
Es importante destacar que los conflictos interculturales no son solamente, producto de distintas culturas nacionales o étnicas, cada grupo social tiene su propia cultura.
La cultura que nos atañe en mayor medida, es la que tiene relación con el carácter nacional o étnico de las interacciones profesionales fruto de las relaciones comerciales internacionales.
Como lo mencionamos en un principio, la mayor parte de los conflictos culturales tienen su origen en los estereotipos y prejuicios: “Tenemos la sensación de que muchos conflictos culturales se producen en el primer escalón, antes de haber salvado ninguna distancia, sin oportunidad alguna para la relación, para la comunicación, para el conocimiento, para el aprecio y la confianza. No son en este sentido, tanto el resultado del trato, sino del no trato”.
El concepto de etnocentrismo fue acuñado desde las ciencias sociales para dar cuenta de lo que ha sido considerada una de las actitudes frente a los otros más comunes en la historia de la humanidad. Fue definido por William Summer en 1906, quien lo caracterizaba como: “una visión de las cosas según la cual el propio grupo es el centro de todo y alimenta su propio orgullo y su vanidad, proclama su superioridad, exalta a sus propias divinidades y mira con desprecio a los profanos”.
Estereotipar es otra manera de marcar las diferencias por parte de los miembros de una cultura respecto a los otros. Esta acción genera distorsión en la percepción, es una simplificación intelectualmente usada para conservar las diferencias y para hacer una representación de los otros.
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