Rentabilidad y riesgo son dos conceptos estrechamente relacionados. De hecho, se considera que los inversores tienden a ser personas con aversión al riesgo que toman sus decisiones de forma racional, entendiendo esto como que preferirán siempre acometer aquellos proyectos o inversiones que les permitan maximizar su rentabilidad minimizando su riesgo.
Dicho de otro modo, cuando una empresa acomete un proyecto, se presupone que lo que pretende es obtener beneficios o algún otro tipo de ganancias más que asumir riesgos innecesarios.
Desde el punto de vista estadístico, la rentabilidad y riesgo de un proyecto vienen determinados por su valor esperado (media ponderada de las estimaciones de los flujos de caja) y por su desviación típica.
La idea de riesgo va asociada a la existencia de incertidumbre, aunque en sentido estricto son dos conceptos distintos. Riesgo hace referencia a un conjunto de circunstancias que se pueden cuantificar y a las que resulta posible asignarles alguna probabilidad. En el caso de la incertidumbre, esto último resulta imposible.
Si en el análisis de proyectos la toma de decisiones a priori es ya de por sí incierta debido al uso de estimaciones, la situación puede complicarse más por la existencia de factores de riesgo. Es el caso, por ejemplo, de la realización de un proyecto en un país extranjero en el que se actúa por primera vez, o el desarrollo de un producto que conlleva la utilización de una tecnología nueva, desconocida para los empleados. Todo esto justifica la necesidad de complementar la evaluación habitual de un proyecto con la aplicación de diversas técnicas orientadas a identificar los posibles riesgos.
Es una técnica de análisis que pretende dar respuesta a la pregunta de cuáles son los límites de variación de las diferentes magnitudes de un proyecto que lo harían inviable, llevando a la empresa a una decisión de rechazo del mismo. Su planteamiento es negativo en el sentido de identificar los valores de las variables fundamentales que podrían suponer un problema.
Esta técnica no permite determinar la probabilidad de modificaciones en las variables fundamentales, pero sí resulta útil para los gestores porque les aporta datos sobre los umbrales que no puede superar el proyecto, pues de lo contrario sus resultados serían negativos para la empresa.
Es otra técnica orientada a identificar posibles riesgos del proyecto. A diferencia del análisis de sensibilidad, el de escenarios trabaja considerando relaciones entre las distintas variables, lo que le permite elaborar diferentes situaciones que pueden presentarse.
El análisis de escenarios permite examinar combinaciones diferentes pero coherentes de las variables, que se formulan conforme a ciertas hipótesis (Brealey, Myers y Marcus, 2007).
La elaboración de estas estimaciones es responsabilidad del equipo directivo, que puede considerar aquellas hipótesis que le parezcan más adecuadas.
Este análisis puede complementarse asignando probabilidades a cada uno de los escenarios, lo que permitirá aplicar al análisis del proyecto herramientas tales como el VAN esperado.
Es uno de los conceptos contables más importantes al analizar la viabilidad de una empresa, proyecto o producto. Se define como “aquel nivel de ventas que hace que el beneficio sea cero” (Brealey, Myers y Marcus, 2007). Implica, por tanto, que los ingresos sean iguales a los costes.
El cálculo del punto muerto dará como resultado el número de unidades que han de venderse para cubrir los costes. El margen de contribución unitario es la diferencia entre el precio de venta y los costes variables correspondientes a cada unidad de producto.
Si un proyecto tiene un riesgo superior al resto de las actividades normales de una empresa, esto debe reflejarse en una tasa de descuento mayor. El efecto que la tasa de descuento tiene sobre los flujos de caja en la fórmula del VAN es disminuir su importe, ya que al actualizar los importes futuros se expresan referidos al momento actual en que su cuantía es menor.
Como el objetivo final que se persigue al analizar proyectos con riesgo es ver si resultan viables, a pesar de la mayor dificultad que entrañan, una manera de aplicar el VAN consiste en incrementar la tasa de descuento a utilizar. De este modo, se refleja el mayor riesgo asociado al proyecto. Si a pesar de estas dificultades el VAN continúa siendo positivo, el proyecto resulta aceptable, ya que generará rendimientos positivos para la empresa.
Si la tasa de descuento para proyectos sin riesgo es “k” y “p” representa la estimación subjetiva por parte de la empresa del riesgo adicional que comporta un proyecto, la nueva tasa de descuento a utilizar será “K” y se calculará como “k+p”. Los criterios de decisión del VAN se aplicarán al resultado obtenido utilizando la nueva tasa de descuento.
Representa otra manera de modificar la fórmula del VAN. En este caso, lo que se hace es aplicar una serie de coeficientes menores que la unidad a los flujos de caja de cada año, reflejando de este modo la incertidumbre existente sobre la generación de los mismos.
Es una técnica que resulta muy útil en el caso de proyectos que, por incorporar el uso de nuevas tecnologías o desarrollarse en entornos técnicos, geográficos o legales inciertos, presenten la posibilidad de que las estimaciones de los flujos de caja disten mucho de las cifras que finalmente se puedan obtener.
Si se denomina “Qj” al factor de ajuste del flujo de caja del año “j”, la fórmula del VAN se aplicará a estos nuevos flujos de caja modificados que resultarán de multiplicar “Qj” por “FCj” (flujo de caja estimado del año “j”). Calculado el VAN, las reglas de decisión a emplear son las habituales de este método.
Esta otra posible manera de aplicar el VAN para el análisis de proyectos con riesgo conlleva la utilización de técnicas estadísticas.
Es habitual que las empresas, aplicando técnicas como la de análisis de escenarios, generen varias estimaciones posibles de flujos de caja. Basándose en su experiencia y en las particularidades del proyecto y de la actividad económica en que la empresa opere, la dirección asignará probabilidades de que ocurran a cada una de estas situaciones. Estas probabilidades se determinan de forma totalmente subjetiva, y el único requisito que se exige es que cumplan con la ley de la probabilidad y la suma de todas ellas sea igual a la unidad.
Como la medida que cuantifica el riesgo es la desviación típica, resulta recomendable su cálculo, ya que esto permite completar este análisis con el cálculo de probabilidades asociado a diferentes posibilidades (p. ej., VAN negativo) en base a la distribución normal. Ha de tenerse en cuenta que es posible realizar la transformación a una distribución normal de media cero y desviación típica uno (N(0,1)).
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