By Diana Cortés Pérez on Martes, 17 Agosto 2021
Category: PSICOLOGÍA

¿Qué es la neurosis en los niños?

La neurosis en los niños es un trastorno neuropsiquiátrico derivado de una situación traumática psicológica aguda o de larga duración. Los síntomas incluyen trastornos generales, orgánicos-vasculares y neuróticos. Estos últimos presentan diferentes cuadros clínicos: tics, fobias, mal humor, retraimiento o desinhibición.

El diagnóstico está basado en la recopilación de quejas, la historia de la enfermedad y la determinación del factor causal. Se realizan exámenes adicionales para excluir patologías orgánicas similares. El tratamiento incluye psicoterapia, medicación y técnicas de fisioterapia.

Datos generales de la neurosis en los niños

Las neurosis son un problema común en pediatría y psiquiatría infantil, ya que el niño afectado sufre al mismo tiempo física y emocionalmente. En ocasiones, el componente somático es tan fuerte que la neurosis se acompaña de un incremento de dolor, una tendencia a la aparición de patologías de orden general sobre un fondo orgánico normal. Según las estadísticas, la proporción de neurosis infantiles entre todas las enfermedades neuropsiquiátricas es del 45%. Los niños se ven afectados 1.5 veces más que las niñas. La morbilidad alcanza su punto máximo en la edad preescolar y escolar.

Posibles causas de la neurosis

El origen de este trastorno es multifacético. Se cree que el conflicto interpersonal entre el niño y los miembros significativos de la familia es decisivo para el desarrollo de la neurosis. Y en segundo lugar están los conflictos escolares.

Factores que provocan las neurosis:

Origen y evolución de la enfermedad

La fisiopatología de las neurosis tiene varias etapas. En respuesta a un factor desencadenante, se produce una ruptura de la inhibición o la excitación en el sistema nervioso central. En los niños, la excitación suele prevalecer sobre la inhibición, por lo que la excitación cerebral suele ser la respuesta más precoz. Cuando un estímulo es demasiado extremo para que el sistema nervioso no lo tolere, se produce una respuesta protectora de inhibición.

El organismo, adaptándose a las nuevas condiciones, cambia su reactividad mental. Se produce una cascada de trastornos neurológicos y somáticos. El niño desarrolla un conflicto interno basado en un desajuste entre las exigencias (de los padres, de la sociedad) y de su experiencia de vida. Tratando de encontrar una salida, los niños asumen roles inusuales que conducen a la desorganización de la actividad neuropsíquica.

Tipos de neurosis en niños

La clasificación de las neurosis en los niños se basa en el carácter polisintomático de sus manifestaciones. De acuerdo con la nomenclatura internacional, se definen los siguientes tipos:

General. En la clínica hay varias, incluidas las manifestaciones inespecíficas. Los representantes del grupo son la neurastenia, la neurosis histérica, la neurosis depresiva, la neurosis de movimiento compulsivo.

Sistémico. Son las neurosis que tienen un síntoma principal. Incluye enuresis, encopresis, tartamudez, trastornos del apetito y del sueño.

Síntomas de neurosis en los niños

Neurastenia

Suele formarse en niños que son tímidos, apáticos, desconfiados. A menudo se produce después de un largo período de enfermedades infecciosas, estrés crónico o fatiga. La neurosis se manifiesta en forma de trastornos del sueño, ansiedad y miedos irracionales. El paciente tiene una sensibilidad inadecuada a los estímulos habituales, como el ruido y las luces brillantes.

Los síntomas somáticos pueden incluir dolores de cabeza, molestias en el corazón y alteraciones gastrointestinales. Con frecuencia se unen elementos orgánicos: escalofríos, temblores, sudoración.

Neurosis histérica

La neurosis histérica es propensa en los niños a una edad temprana, son característicos los trastornos fisiológicos (ataques afectivos y respiratorios, defecación y micción involuntaria), etc.

En los niños con un desarrollo verbal normal, aparecen síntomas de mudez: ausencia de respuesta en el diálogo, reticencia al contacto verbal. En el caso de los niños mayores y los adolescentes, es típico el cuadro de histeria: teatralidad, llanto emocional fuerte. Con menor frecuencia pueden producirse convulsiones y ceguera histérica.

Trastorno obsesivo compulsivo

Es más probable que los niños con un alto nivel de responsabilidad moral se vean afectados. Por lo general, los pacientes son pedantes, con principios, meticulosos. El niño es perseguido por experiencias intrusivas, fobias de las que él mismo quiere librarse: miedo a la muerte, a la guerra, a la separación de los padres.

Existe un componente obsesivo, que se concreta en espasmos o movimientos convulsivos (parpadeo, tos, fruncir la frente). Los niños suelen tener rituales tranquilizadores, como chupar el borde de una almohada o lavarse las manos de forma prolongada.

Neurosis depresiva

Con frecuencia se desarrolla debido a un factor psicotraumático persistente en la familia. Los adolescentes y los niños en la pubertad son más propensos a la neurosis depresiva. El niño es retraído, quiere estar solo y está constantemente deprimido. El habla se vuelve débil y el rostro se vuelve hipomímico. La reducción de la actividad física, la falta de apetito y el insomnio son característicos.

Neurosis sistémicas (asintomáticas)

Este grupo engloba una serie de padecimientos que se presentan con manifestaciones aisladas. Por ejemplo, los tics o movimientos de tic. Se manifiesta como una contracción recurrente de los párpados, los músculos faciales, las extremidades o el tronco en general. La pérdida de control de la micción (enuresis) o de la defecación (encopresis) también entra en esta categoría. En este sentido, un representante de la neurosis sistémica es la logoneurosis o tartamudez neurótica, en la que una alteración del ritmo y la fluidez del habla en los niños se asocia a espasmos de la musculatura del habla.

La neurosis en los niños es una condición reversible y el pronóstico de recuperación es favorable si se inicia el tratamiento con prontitud. Las medidas preventivas incluyen el cumplimiento de los regímenes de sueño del niño, así como un ejercicio físico y emocional adecuado a la edad, el temperamento y las capacidades de este. La familia desempeña un papel importante en la prevención de los psicotraumatismos infantiles: son importantes un clima confortable y una correcta asignación de roles en la relación.

Conoce nuestro Máster en Psicología Clínica y Psicoterapia Infanto-Juvenil

Leave Comments