By Blog de CEUPE on Jueves, 01 Agosto 2019
Category: PSICOLOGÍA

La estimulación temprana

“Lo que nos diferencia de otras especies (o, al menos, eso es lo que sabemos hasta ahora) es cómo usamos nuestra inteligencia en relación a la conciencia. El órgano mayor de aprendizaje es el cerebro.”


Recomendación previa, leer:

La estimulación temprana

Cuando un niño llega al año y medio de edad, ha realizado ya billones de conexiones; por tanto, es imprescindible que el aprendizaje sea abordado de una forma sincera, rápida y autentica. En este sentido, la atención es el motor fundamental de grabación del cerebro.

Solo podemos solidificar nuestras conexiones y darles estabilidad si prestamos atención cuando estamos aprendiendo, comiendo o escuchando.

La estimulación temprana es vital. Cuando aprendemos, hay más conexiones, no estamos midiendo la inteligencia por neurona, sino con la cantidad de conexiones que se llegan a crear. La estimulación es básica, vital, crucial y fundamental.

La estimulación temprana es toda actividad que potencia, fortalece y ayuda al funcionamiento cognitivo motivacional del niño. Debemos aprovechar esta ventana de conocimiento e intentar que, en los principales periodos críticos o ventanas de oportunidad, se conecten el mayor número de neuronas posible, ya que la cantidad de neuronas que tiene un individuo al nacer, solo esas, serán las neuronas que tendrán para toda su vida. Las neuronas que no se usan, se mueren.

Los niños tienen la misma cantidad o más que los adultos, pero solo las que se conectan en periodos críticos, mueren. Esto se llama técnicamente poda neural de lo inservible (apoptosis), y está genéticamente programado. Por esta razón, es muy importante la estimulación temprana. No hay que confundir la estimulación temprana con la sobrestimulación (puesto que esta es tan mala como la falta de la misma). El mayor problema al que nos enfrentamos es encontrar la cantidad exacta de estimulación. Si desaparecen más neuronas de las que voy a necesitar, puede llegar a tener graves consecuencias.

¿Qué tienen en común Einstein, Rodin y Picasso? Eran genios, eran hombres, eran europeos… No es simplemente eso. Todos sus docentes pensaron que no eran inteligentes. Así que cuidado con aquellos alumnos que pensáis que no lo son porque pueden llegar a ser genios en el futuro. Los docentes de estos genios no pudieron encontrar la manera de darles estímulos, las ventanas de oportunidad que realmente necesitaban. Por eso, consideraron que no eran aptos para aprender y los marginaron.

La adquisición de nuevas formas o patrones mentales requiere de muchos años de entrenamiento o práctica reiterada que no tiene que estar hecha simplemente desde el mismo estilo de aprendizaje. Deben estar presentes diferentes vías o caminos que, ramificándose, van a abrir caminos progresivos para que las dendritas conecten más y más con nuevas terminaciones nerviosas.

Por eso, consideramos que la neuroplasticidad o plasticidad neuronal se puede llevar a cabo mediante dos vías:

  1. Reforzando lo que ya hemos aprendido.
  2. Lograr que nuevas áreas se impliquen.

Estos mecanismos básicos de la plasticidad se dan en todo el cerebro, creando mapas corticales que cambian en función de la experiencia y de cómo hemos grabado el aprendizaje.

Por tanto, lo que sabemos claramente de la neuroplasticidad es que se da en todo el cerebro, que genera diferentes circuitos de conexiones entre neuronas, con el consecuente crecimiento de células en el hipocampo, y que la estructura de nuestro cerebro es la encargada de analizar y memorizar todos los estímulos nuevos que le llegan.

Recientes experimentos han demostrado que las neuronas no dejan de crecer en los cerebros de los adultos, esto se conoce como neurogénesis. Hay ciertas actividades que ayudan o promueven esto. Si el contenedor es estimulante, podremos desarrollar mejor ciertas funciones cognitivas, pero, si hemos vivido o crecido en contenedores deprimidos o pocos estimulados, puede llevarnos a que no tengamos unos procesos cognitivos claros en el cerebro.

Es una gran responsabilidad enseñar, pero, como adultos, nos tenemos que adaptar al estilo de aprendizaje del niño, y no al revés.

Einstein dijo: “Todos somos unos genios, pero, si juzgas a un pez por su habilidad de escalar un árbol, vivirá su vida entera creyendo que es un estúpido”.

Apelar a todos los estilos de aprendizaje. Con el mismo contenido, pero tratando de no repetir desde el mismo estilo de aprendizaje, sino de formas diferentes. Los estilos de aprendizaje son formas que tenemos de aprender. Están influenciados por diversos factores: genéticos, biográficos, ambientales... Un niño y una niña no aprenden igual, no es que haya que separar el cerebro por género, ambos tenemos aspectos femeninos y masculinos, pero no aprendemos igual. Cuando tratemos predominancia hemisférica, podremos avanzar en más cosas, pero tenemos que tener en cuenta los niveles de neurotransmisores, los déficits de atención… y el entorno.

Cada uno tiene un estilo de aprendizaje diferente, que está compuesto, como definió H. Gardner, por diferentes inteligencias. Cada uno de nosotros nacemos con potenciales inteligencias múltiples que vamos desarrollando a lo largo de la vida. Antes se creía que teníamos un límite genético de las inteligencias, pero ahora sabemos, gracias a la neurociencia, que esos límites pueden ser superados.

Nuestro cerebro está compuesto de partes visuales, auditivas y kinestésicas. Hay alumnos que necesiten ver, otros oír y otros tocar. Por tanto, hay que hacer las tres cosas, como mínimo, para que la memoria sea capaz de grabar en tres pistas mínimas. No podemos hablar de una dominancia hemisférica puesto que los hemisferios cerebrales se complementan y comunican entre sí. Podemos hablar de predominancia funcional, el hemisferio izquierdo es verbal y literal y el derecho es el no verbal y connotativo (lee los dobles sentidos, lo prosódico y lo paralingüístico).

La percepción se recibe en el hemisferio derecho, este es totalmente diferente, porque es prosódico. Por eso necesitamos a los dos hemisferios para entender la emoción y el sentido del mensaje. En los aprendizajes clásicos, focalizamos bastante en el izquierdo, así que tendemos a no dar cabida a lo prosódico y paralingüístico. Vamos sobre todo al lenguaje, a lo lógico, secuencial, no apuntamos a la intuición, a la emoción, a las alternativas… Por eso, la mujer es más intuitiva y, además, saca la información correcta. Sabe leer de diferentes formas.

Si se brinda la misma enseñanza a alumnos cuyas posibilidades de aprendizaje son desiguales, no mejores o peores, simplemente desiguales, solo se consigue que se mantengan las diferencias entre ellos, e incluso que aumenten, porque vamos a beneficiar a unos pocos y disminuyendo al resto.

Como educadores, tenemos la responsabilidad de conocer cómo aprende cada uno de nuestros alumnos y qué estrategias podemos utilizar para desarrollar todo su potencial, hasta que puedan convertirse en el ser que están destinados a ser. También es nuestra responsabilidad conocer todo lo que la neurociencia puede enseñarnos.

“Cada segundo que vivimos es un momento nuevo y único en el universo, un momento que nunca se volverá a repetir”. Y ¿Que les enseñamos a nuestros niños? Les enseñamos las capitales de Francia, que dos más dos son cuatro. ¿Cuándo les enseñaremos también a saber lo que son? Debemos decirle a cada uno de ellos. ¿Sabes lo que eres? Eres una maravilla. Eres único. En todos los años que han pasado, no ha habido un niño como tú. Tus piernas, tus brazos, tus inteligentes dedos, la manera en que te mueves. Puede ser que seas un Shakespeare, un Miguel Ángel o un Beethoven. Tienes la capacidad para todo. Sí, eres una maravilla. Y, cuando crezcas, ¿puedes entonces hacer daño a otro ser que, como tú, sea una maravilla? Debes de trabajar para que el mundo sea digno de sus niños” (tomado de las memorias de Pablo Casals dictadas a Albert E. Kahn (1970) y publicadas bajo el título de Joia i tristor (alegrías y tristezas).

Continuación...

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