By Blog de CEUPE on Lunes, 08 Abril 2019
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El cerebro emocional y el pensamiento en un equipo de trabajo

Hay una diferencia entre quedar atrapado en un sentimiento y tomar conciencia de ello. Sócrates sentenció: “conócete a ti mismo”. Esa es la piedra angular de la Inteligencia Emocional, la conciencia y el dominio de los propios sentimientos en el momento en que se expresan.


Recomendación leer:

Las competencias interpersonales determinan el modo en que nos relacionamos con los demás. Son fundamentales, por tanto, su desarrollo cuando nos centramos en equipos de trabajo, como es el objetivo de esta unidad didáctica. Este bloque de competencias abarcaría para su estudio y desarrollo las siguientes:

Goleman afirma que la inteligencia emocional no se establece al nacer, sino que se puede crear, alimentar y fortalecer a través de una combinación del temperamento innato y de las experiencias personales. La inteligencia emocional con el aprendizaje adecuado puede desarrollarse y esta es una gran noticia para los líderes y directores de equipos, de personas, en definitiva.

La inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo que tiene en cuenta los sentimientos y comprende habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la agilidad mental, que configuran determinados rasgos del carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, indispensables para una buena y adaptación social.

La inteligencia emocional es desarrollable durante toda la vida. Según la conclusión de John Mayer, uno de los psicólogos que acuñó el término: “la inteligencia emocional se desarrolla con la edad y la experiencia, desde la infancia hasta la edad adulta”.

Es responsabilidad del líder de un equipo conocer este concepto y manejar su inteligencia emocional para obtener su máximo rendimiento propio, como responsable, y del equipo.

Algunos de los rasgos que llevan al fracaso en la dirección de un equipo están totalmente enfrentados a una gestión emocional:

Definir el concepto de emoción se hace por tanto fundamental para poder seguir avanzando en el desarrollo de este tipo de inteligencia.

La emoción como piedra angular de la inteligencia emocional

La RAE (Real Academia Española) define el término emoción con dos acepciones:

Emoción: (Del lat. emotĭo, -ōnis).

  1. f. Alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática.
  2. f. Interés expectante con que se participa en algo que está ocurriendo.

Vivir es tener emociones, bloquearlas es únicamente sobrevivir. El problema radica en que ninguno de nosotros, hasta épocas bien recientes, hemos recibido formación a este respecto y desde luego, en el mundo de la empresa tampoco se ha premiado este tipo de aprendizaje. A veces, confundimos, las emociones sanas con los efectos negativos de las emociones que falseamos.

Si bloqueamos nuestras emociones o las exageramos tarde o temprano se manifestarán afectando a la salud física o psíquica.

Todas estas emociones, de forma verdadera y no falseada, son necesarias, incluso las que son consideradas negativas porque nos muestran nuestras disfunciones en la manera de comunicarnos con los demás, en nuestras necesidades y en nuestros anhelos.

Las emociones hay que vivirlas. Hay que expresarlas convenientemente y para ello, sólo tenemos que dar herramientas a nuestros directivos y equipos para que las canalicen de manera que no sean perjudiciales para él o para ellos ni supongan un estigma en su trabajo.

La mente racional nos ayuda a comprender el mundo mediante la conciencia, la reflexión, el análisis y la abstracción; y la emocional nos brinda un conocimiento más impulsivo, menos lógico. Estas estructuras operan en armonía, combinando sus diferentes formas de conocimiento para guiarnos por el mundo. Por lo general existe un equilibrio: la emoción alimenta las operaciones de la mente racional, y la mente racional filtra y a veces censura la energía de entrada de las emociones.

Todo está en nuestra mente, las emociones también.

El cerebro emocional y el pensamiento

El cerebro humano está formado por varias zonas diferentes que evolucionaron a lo largo de las diferentes épocas en las que ha vivido el ser humano. Cuando en el cerebro de nuestros antepasados crecía una nueva zona, generalmente la naturaleza no desechada las antiguas; en vez de ello, las retenía, formándose la sección más reciente encima de ellas. Así podemos hablar de:

  1. Sistema límbico o cerebro emocional. También llamado cerebro medio. Es la porción del cerebro situada inmediatamente debajo de la corteza cerebral, y que comprende centros importantes como el tálamo, el hipotálamo, el hipocampo y la amígdala. Son los centros de la afectividad, es aquí donde se procesan las distintas emociones y el ser humano experimenta miedo, tristeza, ira o alegría, entre otras.
  2. Corteza cerebral o neocortex. El sistema límbico está en constante interacción con la corteza cerebral y esto implica que podamos tener control sobre nuestras emociones, ya que el neocortex es el cerebro racional.
  3. Lóbulos pre frontales y frontales. Asumen dos importantes tareas: moderar nuestras reacciones emocionales (frenando las señales del sistema límbico) y desarrollar planes de actuación concretos para situaciones emocionales.

Basado en el cerebro triuno de Paul MacLean, 1973

Todo está en nuestra mente, las emociones también, como acabamos de explicar. De hecho, la secuencia para el trabajo desde la inteligencia emocional pasaría por el siguiente gráfico:

Por lo tanto, para cambiar los sentimientos tanto del líder como de los miembros de un equipo y, por ende, su conducta, debemos empezar por modificar los pensamientos negativos.

Centrando este tema dentro de la literatura en la inteligencia emocional, empecemos por definir qué son los pensamientos.

Estos pensamientos o afirmaciones internos pueden ser de dos tipos:

Todo lo que pensamos en relación con nosotros mismos se puede expresar, convirtiéndose el pensamiento negativo en autoafirmaciones negativas.

Las autoafirmaciones negativas también pueden ser de dos tipos:

Ejemplo: ha hecho algo mal, por ejemplo, al dar feedback a un colaborador y piensa o se dice a usted mismo: “soy un desastre, no sirvo para nada, soy tonto, no sé liderar a mi equipo”, etc.

Ejemplo: le dice a un colaborador, “todo lo haces mal”.

Continuación...

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