CIENCIAS

El riesgo por incendio

Un incendio es un fuego incontrolado que se manifiesta por un gran destello de luz y calor. Sus efectos producen lesiones personales por humo, gases tóxicos y altas temperaturas, y daños materiales en las instalaciones, las mercancías y el propio edificio.

El fuego se origina a través de una reacción que se produce cuando intervienen simultáneamente tres elementos:

  1. Una materia combustible capaz de arder (papel, cartón, madera, gasolina, plástico, etc.)
  2. Un comburente, normalmente, el oxígeno del aire
  3. Una fuente de calor que proporciona la energía necesaria para activar la reacción.

Cuando el calor generado por el propio fuego vuelve a crear nuevas reacciones químicas, el fuego es incontrolable mientras no se elimine uno de los tres elementos.

Según la velocidad de reacción y propagación de las llamas, al fuego se le denomina:

  1. Combustión (la velocidad es inferior a 1 m/seg)
  2. Deflagración (la velocidad es superior a 1 m/seg)
  3. Detonación (la velocidad es mayor que la del sonido)

Tipos de fuego

El comportamiento del fuego depende del combustible afectado en el incendio y según la norma UNE 23-010 se clasifican por letras en cuatro tipos:

  1. Clase “A”: el fuego se origina por la combustión de materiales sólidos, como madera, carbón, papel, tela, corcho, gomas.
  2. Clase “B”: el combustible son materias sólidas grasas o líquidos combustibles, por ejemplo, cera, parafina, grasas, alcohol, gasolina, plástico, disolvente, pintura, aceite.
  3. Clase “C”: el origen del fuego son los gases inflamables, como acetileno, metano, propano, butano, gas natural.
  4. Clase “D”: son los fuegos producidos por metales especiales, como aluminio polvo, potasio, sodio, magnesio, plutonio, uranio.

También es frecuente que algunos incendios se produzcan por la presencia de corriente eléctrica, siendo su causa inicial electrodomésticos, transformadores o cables en mal estado. En estos casos, al peligro que representa el fuego en sí, hay que añadir el riesgo de electrocución y para apagarlo debemos adoptar ciertas precauciones, como desconectar la electricidad y utilizar extintores adecuados.

El riesgo de incendio presenta, de forma clara, un potencial importante de pérdidas. Las estadísticas indican que cada año aumentan los daños materiales y las víctimas, procedentes del efecto directo del fuego, el calor y las llamas, así como por el efecto indirecto de gases calientes, corrosivos y tóxicos. Sin embargo, no siempre se adoptan las medidas necesarias para prevenir el fuego o protegerse contra el mismo, pues cada vez es más abundante el uso de materias combustibles de todo tipo. Esto hace que se produzcan fuegos no deseados que causan lesiones personales, muertes, daños materiales y degradación del medio ambiente.

Prevención de incendios

La prevención de incendios consiste en mantener una actitud activa y continua ante las posibles causas que lo originan, adoptando medidas para eliminar dichas causas y evitar así la aparición del incendio. Un incendio se produce cuando hay combustible a temperatura suficiente para combinarse con el oxígeno del aire y lo podemos PREVENIR si impedimos que haya materiales combustibles en condiciones de peligro, focos de calor y aire en contacto con materiales oxidables.

Las medidas de prevención actúan sobre uno o varios de los tres elementos que componen el fuego con el objeto de aislarlos o eliminarlos, para así evitar el inicio del fuego. Pues si falla uno de los tres componentes el fuego no se producirá.

Las medidas de prevención de incendios más importantes son:

  1. Eliminación del combustible. Se pueden sustituir los materiales combustibles por otras sustancias menos inflamables; recubrir el combustible con materiales ignífugos (protectores contra el fuego); limitar la cantidad almacenada (el material necesario para una jornada o tumo) y colocarla en compartimentos resistentes al fuego.
  2. Control de los focos de ignición. Extremar el orden y la limpieza, para evitar la acumulación de embalajes, residuos, etc.; de fácil combustión y rápidos propagadores del fuego. Prohibición, en las áreas que lo requieran, de fumar y utilizar cerillas, mecheros y otros medios que generen calor.
  3. Control exhaustivo de los trabajos que se realizan utilizando llamas abiertas y equipos eléctricos de soldadura o corte. Para el uso correcto de estos equipos es fundamental instruir a los empleados y extender un permiso de trabajo en el que se indiquen las medidas de protección y prevención que se deben adoptar.
  4. Revisiones periódicas de las instalaciones eléctricas, sustituyendo los materiales deteriorados o averiados, y controlar la existencia de fuentes de electricidad estática conectadas a tierra.